La importancia de los buenos modales en la mesa proviene de antaño, tal es así que en la Edad Media, aún no existiendo los cubiertos, habían modales para comer con los dedos. La regla de etiqueta por aquel entonces decía que se debían tomar los alimentos con los dedos pulgar, índice y mayor. Hacerlo con los dos restantes eran sinónimo de la mayor grosería que cualquier ser humano podía presenciar en un banquete.
Las cosas por supuesto cambiaron con la aparición paulatina y en algunos casos controvertida de los cubiertos, al menos en la cultura occidental ya que en varios países de Oriente y Medio Oriente lo más natural es comer con las manos o con palitos, instrumentos a los cuales nos venimos acostumbrando a pasos acelerados debido a la “Era Sushi” que cada vez suma más seguidores. En este caso, para quienes no logren acostumbrarse a tal destreza manual, es preferible tomar las piezas con las manos antes de que se precipiten sobre la salsa de soja salpicando a cuanto mortal tenga a su alrededor.
Convengamos que así como cada bebida se disfruta mejor en su propio recipiente, la comida se disfruta mejor según cómo se coma. ¿Quién no saborea con ganas una porción de pizza o unas buenas empanadas sin cuchillo y tenedor? ¿Estamos de acuerdo en que el gusto es diferente? Sino, prueben un vino tinto en una copa de borde fino y el mismo vino en un vaso de vidrio y después me cuentan.
Existe una nueva modalidad de servicio que se llama “finger food”. Es informal, no exige cubiertos ni demasiada vajilla ya que como lo dice el término, se come con los dedos. Son pequeñas raciones individuales que se sirven en bandeja y según la cantidad y variedad que se ofrece, pueden reemplazar una comida informal. Lo más importante a tener en cuenta en este tipo de servicio son las servilletas que bien pueden se de papel para que los invitados no terminen “chupándose los dedos”.
Como todo en la vida, la tendencia tiene adeptos y desertores; hay quienes sienten que con este lento e incesante bandejeo de delicias se come mucho más que cunado nos sentamos formalmente a una mesa y otros que, por el contrario, sienten no haber comido al no haberlo hecho con cuchillo y tenedor.
Existen platos que normalmente se comen con las manos y que por lo tanto deben acompañarse por un “finger bowl” en el que uno al finalizar se enjuaga los dedos. Este recipiente se ubica a la izquierda del comensal en el momento de ser utilizado y contiene agua tibia con una rodaja de limón, que cumple con la función de remover con mayor facilidad los excesos de grasa que queda impregnada en nuestras yemas y además entre el bol y el plato que lo apoya lleva otra servilleta más pequeña. Hay quienes además le agregan pétalos de flores o ramas de romero para perfumar aún más el líquido. Los paradores playeros que ofrecen dentro de su carta almejas o mejillones a la provenzal y que a su vez piensan en todos los detalles de servicio, ofrecen unas servilletitas húmedas desechables con fragancia alimonada que vienen envueltas y listas para usar.
Seguramente se preguntará si la servilleta no cumple con esta función. En general los alimentos con preparaciones que aromáticamente invaden al plato, como lo son aquellos cocinados a la provenzal en el que el ajo y el perejil están muy presentes, necesitan de un lavado extra o de otra servilleta para liberarnos del aroma que, de no ser así, se nos impregnaría hasta el momento del postre.
La pregunta final es: ¿está bien o está mal comer con las manos?
Dentro de esta pregunta que puede presentar varios bemoles según el contexto, los platos y los invitados, no debemos dejar de tener en cuenta, si lo hubiera, al dueño de casa, que con su ejemplo puede dar directivas precisas de cómo comer determinados alimentos y, si usted observa que toma “esa costillita tentadora” con la mano, sígalo sin dudar porque con esa modalidad está acreditando al resto a hacer lo mismo que él. Un consejo: cuidado cuando imite al anfitrión, no siempre es garantía de que esté haciendo las cosas bien, pero al menos los invitados que lo siguen no quedarán en desventaja.
Qué comemos y el entorno en el cual nos encontramos definen la duda. Éste es el momentos en el que el sentido común debe primar por sobre las reglas y, las reuniones informales, los paradores playeros y los encuentros desestructurados que se imponen en verano, nos dan crédito a ciertos permisos que debemos disfrutar cuando salimos a comer con amigos.
ROSE GALFIONE
Es Licenciada en RRPP, cocinera profesional y sommelier internacional. Es experta en el arte de recibir, actividad que desarrolla desde hace 15 años dictando cursos y organizando eventos.
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