jueves, 29 de octubre de 2009

EL ARTE DE RECIBIR


APRENDAMOS A PONER LA MESA


LAS COPAS DE AGUA Y VINO


A la hora de poner la mesa, las copas son un elemento que crean serias confusiones.

Por empezar su ubicación indiscutida, es siempre en la parte superior y a la derecha, ya que el servicio de bebidas se realiza por ese lado.

La excepción a esta regla son las mesas redondas, ya que si se respetase esta ubicación, estarían invadiendo terreno vecino.
En este caso las copas se ubican en frente al convidado cuidando que no se toquen entre sí. Para seguir hablando con propiedad es bueno saber que la copa se divide en tres partes: cáliz, donde se vuelca el líquido, pierna o tallo y base o pie.
El orden adecuado es de izquierda a derecha y de mayor a menor. Para entender esto cabe aclarar que en un juego clásico de copas. la de mayor tamaño es la de agua, le sigue la de vino tinto y por último la de vino blanco.

Si la copa de vino tinto fuera el moderno copón tipo Borgoña y su altura supera la de la copa del agua, se invierte su ubicación, quedando así: copón, copa de agua y copa de vino blanco. Concretamente es la altura de las copas lo que se debe respetar, ya que evita los accidentes por manotazos y simplifica a la vez su servicio.
Una vez ordenadas decidamos cuáles copas debemos colocar. Jamás pondremos sobre la mesa, más elementos de los que verdaderamente se van a utilizar, por eso reserven las tres copas para ocasiones más formales.

De no haber tanto protocolo en el medio, con dos copas es suficiente.
La copa de espumante que actualmente es la alargada, también denominada flute, se ubica formando un triángulo por detrás de la de agua y la de vino tinto. Esta copa puede estar en la mesa para el brindis final, o bien para acompañar la comida. En este último caso, si decidimos servir espumante durante toda la comida, no es necesario colocar la copa de vino blanco.
La mesa también es moda y como toda moda, cambia.

Pero no es cuestión de tirar las copas de la abuela por la ventana porque sean verdes, coloradas o talladas, con esto me refiero a que la tendencia actual, impone copas transparentes, grandes y lisas, daría pena esconder en un ropero el juego de cristal de Baccarat, Boheme, o St. Louis heredado o por que no, adquirido antes de esta avasallante moda que de por sí tiene una explicación: el vino con sus amplios matices se aprecia mejor en cristal transparente.
Pero para valuar su color correctamente, también debe haber buena luz y la superficie debe ser rigurosamente blanca, con lo cual si no se dan correctamente todas estas condiciones, es difícil hacer una apreciación analítica del vino.
Además no es correcto poner ojo crítico cuando alguien es convidado con algo.

Distinto es, en un establecimiento gastronómico, donde uno paga y con todo derecho exige, o cuando uno tiene que dar su opinión en una cata o degustación.
No olvidemos para finalizar los buenos modales al beber: la mirada siempre hacia el interior del cáliz y secarse los labios después de tragar.

Si estamos en un cocktail y permanecemos de pie con la copa en la mano, la misma se deberá sujetar por la pierna para no elevar la temperatura de su contenido con el calor de la mano. En cambio, en una comida sentados alrededor de una mesa, donde el acto de acercar la copa a los labios y devolverla a su lugar no lleva más de cinco segundos, se podrá tomar ligeramente por el cáliz o bien por la intersección entre el cáliz y la pierna.
Recuerden para terminar: ¡jamás despeguen el dedo meñique del tallo ni quiebren el cuello para terminar su contenido! Y al brindar háganlo siempre mirando a los ojos de la persona que está brindando con usted, evitando el choque de cristales y el “chin chin”.

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