Autor:
Damián Dodi
Porciones:
4
Ingredientes
Escalopes
Nalga 800 g
Harina c/n
Sal c/n
Pimienta c/n
Huevos 2
Leche 250 cc
Harina 200 g
Aceite de girasol para freír c/n
Guarnición
Papas 500 g
Champiñones 250 g
Ajo 4 dientes
Perejil 100 g
Sal c/n
Pimienta c/n
Procedimiento
Escalopes
Cortar la nalga bien finita y aplastar si fuera necesario, retirar grasas e indeseables, realizar cortes de unos 10 cm aproximadamente.
Condimentar con sal y pimienta, pasar por harina extra y reservar.
Para la pasta para escalopes, mezclar la harina, los huevos y la leche. Salpimentar y dejar descansar unos minutos, pasar las presas de nalga por la misma.
Llevar a freír en abundante cantidad de aceite a una temperatura aproximada de 180 ºC hasta que la pasta dore y la carne esté cocida.
Guarnición
Lavar las papas y cortar de manera deseada sin retirar la piel, llevar a freír en abundante aceite, retirar y reservar.
Cortar los hongos a groso modo y llevar a cocinar en aceite hasta dorar, incorporar las papas y saltear sin dejar que se quemen. Cuando estén tomado temperatura incorporar el ajo y el perejil picados, condimentar y presentar en plato con los escalopes. Decorar con hojas verdes si desea.
lunes, 4 de octubre de 2010
WON TON - COMIDA CHINA
Autor: Marina Prim
Porciones:
40
Ingredientes
Hongos shiitake 6
Cebolla de verdeo 4
Langostinos crudos limpios 125 g
Brotes de banbú en conserva, en láminas 3 cdas
Carne de cerdo picada 250 g
Aceite neutro 3 cdas
Aceite de sésamo 1 cdita
Salsa de soja 1 cda
Masa para won ton en hojas cuadradas 250 g
Aceite
Procedimiento
Remojar los hongos en agua caliente durante 30 minutos. Escurrirlos y descartar los tallos. Picar finamente los sombreros de los hongos, las cebollas de verdeo, los langostinos y los brotes de bambú.
Colocar en un bol todos los ingredientes del paso anterior. Añadir la carne de cerdo, al aceite neutro y el de sésamo, la sal y la salsa de soja. Mezclar para integrar todo. Refrigerar durante 30 minutos.
Colocar una cucharadita de relleno en el centro de cada hoja de masa. Mojar los bordes con agua. Cerrar en forma de triángulo.
Unir los extremos de la base; los won ton deben resultar similares a los capelletti. Freírlos en abundante aceite. Servirlos como aperitivos, con salsa agridulce.
Porciones:
40
Ingredientes
Hongos shiitake 6
Cebolla de verdeo 4
Langostinos crudos limpios 125 g
Brotes de banbú en conserva, en láminas 3 cdas
Carne de cerdo picada 250 g
Aceite neutro 3 cdas
Aceite de sésamo 1 cdita
Salsa de soja 1 cda
Masa para won ton en hojas cuadradas 250 g
Aceite
Procedimiento
Remojar los hongos en agua caliente durante 30 minutos. Escurrirlos y descartar los tallos. Picar finamente los sombreros de los hongos, las cebollas de verdeo, los langostinos y los brotes de bambú.
Colocar en un bol todos los ingredientes del paso anterior. Añadir la carne de cerdo, al aceite neutro y el de sésamo, la sal y la salsa de soja. Mezclar para integrar todo. Refrigerar durante 30 minutos.
Colocar una cucharadita de relleno en el centro de cada hoja de masa. Mojar los bordes con agua. Cerrar en forma de triángulo.
Unir los extremos de la base; los won ton deben resultar similares a los capelletti. Freírlos en abundante aceite. Servirlos como aperitivos, con salsa agridulce.
TORTA INVERTIDA CON MANZANAS EN MICROONDAS
Ingredientes
Caramelo
Azúcar 8 cdas
Jugo de limón unas gotas
Manzanas en fetas finas 2
Masa
Manteca 240 g
Azúcar 200 g
Ralladura de limón 1
Esencia de vainilla 1 cdita
Huevos 4
Manzanas rallada 1
Harina leudante 400 g
Leche 160 cc
Procedimiento
Caramelo
Colocar el azúcar en un molde apto para microonas, agregar unas gotas de jugo de limón y humedecer con agua. Llevar al microondas y cocinar al máximo hasta que empiece a tomar color. Distribuir el caramelo por todo el molde. Cubrir toda la superficie con las fetas de manzana. Reservar.
Masa
Batir la manteca con el azúcar a blanco. Perfumar con la ralladura de limón y la esencia de vainilla. Incorporar los huevos de a uno, batiendo bien luego de cada adición, y luego la manzana rallada. Por último alternar la harina con la leche. Verter en el molde acaramelado con las manzanas.
Cocinar en microondas durante 24 minutos al 60 % de potencia. Desmoldar después de 2 ó 3 minutos de reposo.
Caramelo
Azúcar 8 cdas
Jugo de limón unas gotas
Manzanas en fetas finas 2
Masa
Manteca 240 g
Azúcar 200 g
Ralladura de limón 1
Esencia de vainilla 1 cdita
Huevos 4
Manzanas rallada 1
Harina leudante 400 g
Leche 160 cc
Procedimiento
Caramelo
Colocar el azúcar en un molde apto para microonas, agregar unas gotas de jugo de limón y humedecer con agua. Llevar al microondas y cocinar al máximo hasta que empiece a tomar color. Distribuir el caramelo por todo el molde. Cubrir toda la superficie con las fetas de manzana. Reservar.
Masa
Batir la manteca con el azúcar a blanco. Perfumar con la ralladura de limón y la esencia de vainilla. Incorporar los huevos de a uno, batiendo bien luego de cada adición, y luego la manzana rallada. Por último alternar la harina con la leche. Verter en el molde acaramelado con las manzanas.
Cocinar en microondas durante 24 minutos al 60 % de potencia. Desmoldar después de 2 ó 3 minutos de reposo.
Cuadraditos de chocolate
Ingrediente principal:
Chocolate
Autor:
Karen Cañete
Ingredientes
Manteca 150 g
Azúcar negra 150 g
Azúcar común 70 g
Huevo 1
Yemas 1
Esencia de vainilla 2 cditas
Harina 0000 200 g
Bicarbonato de sodio 1 pizca
Sal 1 pizca
Chips de chocolate 100 g
Nueces 100 g
Procedimiento
Hacer una crema clara y ligera con la manteca, el azúcar morena y el azúcar blanca. Batir en la crema el huevo, la yema de huevo y la esencia de vainilla.
Cernir juntos la harina, el bicarbonato y la sal. Integrar a la mezcla cremosa.
Incorporar los chips de chocolate, y las nueces picadas.
Colocar la mezcla en un molde enmantecado. Hornear en un horno precalentado a 180º C por 45 minutos o hasta que este bien dorado.
Dejar enfriar y luego cortar en cuadritos.
Chocolate
Autor:
Karen Cañete
Ingredientes
Manteca 150 g
Azúcar negra 150 g
Azúcar común 70 g
Huevo 1
Yemas 1
Esencia de vainilla 2 cditas
Harina 0000 200 g
Bicarbonato de sodio 1 pizca
Sal 1 pizca
Chips de chocolate 100 g
Nueces 100 g
Procedimiento
Hacer una crema clara y ligera con la manteca, el azúcar morena y el azúcar blanca. Batir en la crema el huevo, la yema de huevo y la esencia de vainilla.
Cernir juntos la harina, el bicarbonato y la sal. Integrar a la mezcla cremosa.
Incorporar los chips de chocolate, y las nueces picadas.
Colocar la mezcla en un molde enmantecado. Hornear en un horno precalentado a 180º C por 45 minutos o hasta que este bien dorado.
Dejar enfriar y luego cortar en cuadritos.
LA LEYENDA DE LA FACULTAD DE INGENIERIA
Joyas porteñas
Un edificio de leyenda
Vaivenes históricos de la actual Facultad de Ingeniería
Sábado 25 de setiembre de 2010
Publicado en edición impresa Comentá (7)Votá (7)Votos (7)Compartir Maqueta del proyecto del ingeniero Prins. Foto Gentileza Alberto Robredo
Cada vez que pasaba en colectivo por enfrente Francisco Castillo se hacía la señal de la cruz. Unas monjas alemanas, de visita en Buenos Aires, la vieron de lejos y fueron hasta allí para leer los horarios de misa. Se llevaron una gran sorpresa cuando entraron y se dieron cuenta? de que no era una iglesia.
Lo cierto es que el edificio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, obra del ingeniero y arquitecto Arturo Prins, en Las Heras entre Azcuénaga, Pacheco de Melo y Cantilo, es una de las construcciones más originales de Buenos Aires. Su estilo neogótico contrasta con la arquitectura afrancesada y racionalista de Recoleta y llama la atención porque transmite la sensación de que le falta algo, que, de hecho, le falta. Hay leyendas que circulan de boca en boca que explican sus carencias. Según una, la construcción se tuvo que interrumpir porque el arquitecto había hecho mal los cálculos y si se ponía un ladrillo más se venía abajo. La misma razón explicaría la falta de revoque en los muros. Otra versión afirma que al darse cuenta de que había calculado mal la estructura, el arquitecto se suicidó. Pero la verdad es diferente y no tiene nada que ver con errores de cálculo, suicidios ni peligros de derrumbe.
"El edificio es sólido y no tiene fisuras, rajaduras, grietas, ni sufre desprendimientos", cuenta el ingeniero Juan José Sallaber, director del Museo de Ciencia y Técnica, que funciona allí. "Hablar de la falta de revoque como consecuencia de un problema estructural es tan ridículo como decir que uno se va a caer al piso si no lleva anteojos."
En 1909, Prins ganó el concurso para construir la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Eligió el estilo Luis XIV, pero el Consejo de la Facultad decidió cambiarlo por el gótico. Empezó a trabajar en el proyecto gótico en 1910 y, a medio hacer, la facultad se inauguró el 17 de noviembre de 1925. Pero pronto llegaron los problemas. La falta de fondos retrasaba las obras, así como la colocación del revoque en los muros, algo que para Prins significaba "el doble perjuicio de dejar sin protección hierros y mamposterías y atentar contra la estética edilicia". Años más tarde, Prins sufriría por rumores que empezaron a correr acerca de su desempeño. A principios de marzo de 1935, en una carta dirigida al entonces decano Clodomiro Zavalía lo felicitaba por solicitar al ministro de Obras Públicas un millón de pesos para continuar los trabajos, pero le manifestaba su insatisfacción: "Las versiones corridas respecto de cifras que se me atribuyen como precio de la obra y que van desde lo ridículamente exiguo hasta lo ridículamente exagerado no han hecho sino perjudicarme con la imputación injusta de errores que nunca he cometido". Y agregaba: "La obra, dentro de su carácter y estilo, no puede ser más económica". Con todo, Prins se preocupó porque lo construido contara, entre otras cosas, con carpintería metálica y de madera, herrajes importantes y vitrales.
Pero las crisis económicas y la poca colaboración del gobierno nacional hicieron que, en 1938, se decidiera suspender definitivamente la construcción. El ingeniero y arquitecto murió, de forma natural, a los 62 años, el 5 de octubre de 1939. Las torres laterales con rosetones, coronadas por pináculos y agujas; los conjuntos escultóricos del frontis, y su gran torre central, que hubiera duplicado la altura del edificio actual, quedaron en la maqueta y en la imaginación del artista. Sin embargo, quedó, como legado, un magnífico ejemplo de arquitectura neogótica, obra singular que celebra la pluralidad, la riqueza y la abundancia arquitectónica de Buenos Aires.
Por Fernando Castro Nevares - Diario la Nación
Un edificio de leyenda
Vaivenes históricos de la actual Facultad de Ingeniería
Sábado 25 de setiembre de 2010
Publicado en edición impresa Comentá (7)Votá (7)Votos (7)Compartir Maqueta del proyecto del ingeniero Prins. Foto Gentileza Alberto Robredo
Cada vez que pasaba en colectivo por enfrente Francisco Castillo se hacía la señal de la cruz. Unas monjas alemanas, de visita en Buenos Aires, la vieron de lejos y fueron hasta allí para leer los horarios de misa. Se llevaron una gran sorpresa cuando entraron y se dieron cuenta? de que no era una iglesia.
Lo cierto es que el edificio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, obra del ingeniero y arquitecto Arturo Prins, en Las Heras entre Azcuénaga, Pacheco de Melo y Cantilo, es una de las construcciones más originales de Buenos Aires. Su estilo neogótico contrasta con la arquitectura afrancesada y racionalista de Recoleta y llama la atención porque transmite la sensación de que le falta algo, que, de hecho, le falta. Hay leyendas que circulan de boca en boca que explican sus carencias. Según una, la construcción se tuvo que interrumpir porque el arquitecto había hecho mal los cálculos y si se ponía un ladrillo más se venía abajo. La misma razón explicaría la falta de revoque en los muros. Otra versión afirma que al darse cuenta de que había calculado mal la estructura, el arquitecto se suicidó. Pero la verdad es diferente y no tiene nada que ver con errores de cálculo, suicidios ni peligros de derrumbe.
"El edificio es sólido y no tiene fisuras, rajaduras, grietas, ni sufre desprendimientos", cuenta el ingeniero Juan José Sallaber, director del Museo de Ciencia y Técnica, que funciona allí. "Hablar de la falta de revoque como consecuencia de un problema estructural es tan ridículo como decir que uno se va a caer al piso si no lleva anteojos."
En 1909, Prins ganó el concurso para construir la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Eligió el estilo Luis XIV, pero el Consejo de la Facultad decidió cambiarlo por el gótico. Empezó a trabajar en el proyecto gótico en 1910 y, a medio hacer, la facultad se inauguró el 17 de noviembre de 1925. Pero pronto llegaron los problemas. La falta de fondos retrasaba las obras, así como la colocación del revoque en los muros, algo que para Prins significaba "el doble perjuicio de dejar sin protección hierros y mamposterías y atentar contra la estética edilicia". Años más tarde, Prins sufriría por rumores que empezaron a correr acerca de su desempeño. A principios de marzo de 1935, en una carta dirigida al entonces decano Clodomiro Zavalía lo felicitaba por solicitar al ministro de Obras Públicas un millón de pesos para continuar los trabajos, pero le manifestaba su insatisfacción: "Las versiones corridas respecto de cifras que se me atribuyen como precio de la obra y que van desde lo ridículamente exiguo hasta lo ridículamente exagerado no han hecho sino perjudicarme con la imputación injusta de errores que nunca he cometido". Y agregaba: "La obra, dentro de su carácter y estilo, no puede ser más económica". Con todo, Prins se preocupó porque lo construido contara, entre otras cosas, con carpintería metálica y de madera, herrajes importantes y vitrales.
Pero las crisis económicas y la poca colaboración del gobierno nacional hicieron que, en 1938, se decidiera suspender definitivamente la construcción. El ingeniero y arquitecto murió, de forma natural, a los 62 años, el 5 de octubre de 1939. Las torres laterales con rosetones, coronadas por pináculos y agujas; los conjuntos escultóricos del frontis, y su gran torre central, que hubiera duplicado la altura del edificio actual, quedaron en la maqueta y en la imaginación del artista. Sin embargo, quedó, como legado, un magnífico ejemplo de arquitectura neogótica, obra singular que celebra la pluralidad, la riqueza y la abundancia arquitectónica de Buenos Aires.
Por Fernando Castro Nevares - Diario la Nación
viernes, 9 de abril de 2010
COMO PONER UNA MESA FORMAL
Algunos consejos y pautas para una mesa muy especial...
Comenzamos por proteger nuestra mesa con el muletón y luego colocamos el mantel, controlando muy bien que tenga igual caída en todo el perímetro.
En los manteles para mesas rectangulares u ovaladas, las únicas marcas de doblez aceptadas son las que los recorren a lo largo. Si notáramos que hay otras, los repasamos con plancha caliente desenchufada (el muletón evitará que se queme la mesa y facilitará el planchado).
En las mesas redondas no puede haber marcas de doblado.
Este es el momento ideal para colocar el centro de mesa y los candelabros; si lo hiciéramos cuando ya están colocadas las copas, corremos el riesgo de volcar y hasta de romper alguna. Por otra parte, de las flores y hojas que componen el arreglo floral se pueden desprender partículas que ensuciarían nuestra vajilla. Una vez colocado el centro de mesa limpiamos cuidadosamente el mantel.
A continuación, marcamos perfectamente los sitios colocando con toda precisión las sillas, Evitaremos así ciertos desfases muy incómodos que se producen cuando no están los sitios de las mesas y las sillas correctamente alineados.
Cada comensal debe disponer por lo menos de 50 centímetros, aunque lo ideal son 70.
Ya podemos colocar los distintos elementos, según el orden que voy a describir.
Plato de sitio
Este plato, de un tamaño mayor que el de comida que apoyaremos sobre él, se coloca a dos dedos del borde de la mesa.
Puede ser de plata, de metal plateado, de pesado cristal o de porcelana perteneciente al servicio que usaremos.
Podemos cubrirlo con un mantelito de encaje, para aten Liar los ruidos (ILIC se producen cuando se colocan sobre él los platos.
Cumple dos funciones:
a) como su nombre lo indica, marca el sitio de cada comensal;
b) nos ayuda a cumplir con una regla de oro del servicio de mesa, que dice que jamás puede presentarse un mantel desnudo ante la vista del comensal. Según esta regla, al retirar un plato usado, siempre debemos reemplazarlo por uno limpio. Este plato limpio se retira por el lado izquierdo mientras por el lado derecho nos colocan un plato que viene servido de cocina.
Este movimiento de platos requiere contar con personal experto. Cuando no tenemos la suerte o la posibilidad de tenerlo, nos servimos del plato de sitio para que haga las veces de “plato” mientras esperamos que nos sirvan. Este falso “plato limpio”, cumple la función de ocultar la desnudez del mantel.
Plato playo
Se coloca sobre el plato de sitio. Si tiene alguna decoración cuidamos que en todos los sitios el diseño principal ocupe el mismo ángulo, y si tiene un dibujo que quede del derecho.
Servilleta
Se coloca sencillamente doblada, sobre el plato.
Los dobleces “fantasía” no son aceptados en una mesa distinguida.
Tampoco corresponde colocar servilleteros, no es necesario identificar qué servilleta usó cada comensal. Los servilleteros se usan en familia cuando no se lavan las servilletas después de cada comida. Nos permiten volver a colocar a cada uno la que ya usó.
Si al pasar a la mesa encontramos el primer plato servido, la servilleta se coloca del lado izquierdo, junto a los tenedores.
Cubiertos
Existen dos formas de apoyar los cubiertos:
• A la inglesa, con las puntas de los tenedores y las cucharas hacia arriba.
• A la francesa, con las puntas de los tenedores y las cucharas hacia abajo.
¿Qué hizo que los franceses adoptaran esta curiosa costumbre?
Los franceses producían menos plata (el metal) que los ingleses; por esa razón sus juegos de cubiertos contaban con menos piezas y no cambiaban los cubiertos para cada plato. Entre plato y plato colocaban (a la derecha de su sitio) el tenedor con los dientes hacia abajo y apoyaban sobre él el cuchillo, evitando así que se ensuciara el mantel. Esta costumbre hizo que se colocaran las decoraciones y se grabaran los escudos de familia e iniciales del lado más visible durante la espera.
Por esta misma razón crearon y difundieron el uso de posacubiertos que se colocaban a la derecha del plato y servían para apoyar el tenedor con los dientes hacia abajo y el cuchillo con el filo hacia adentro.
En la actualidad, los juegos de cubiertos franceses traen la cantidad de piezas necesarias para cambiar los cubiertos en cada plato. No obstante, se siguen colocando, por tradición, los tenedores y las cucharas (incluso los cubiertos de postre) “a la francesa
No tiene sentido colocar posacubiertos en una mesa en la que se cambian los cubiertos en cada plato.
Si nuestro juego de cubiertos es de origen francés, y su ornamentación está colocada para “posar los cubiertos a la francesa”, es una lástima no lucirlos...
En Argentina adoptamos la forma más difundida internacionalmente y se colocan los cubiertos a la inglesa.
Los cubiertos se colocan de afuera hacia adentro siguiendo el orden en que se servirá el menú; los correspondientes al primer plato quedan primeros, seguidos por los que usaremos para comer el segundo plato.
Los tenedores se colocan del lado izquierdo y los cuchillos y cucharas del derecho.
Si el primer plato fuera servido en copa, del lado izquierdo colocamos el tenedor con el que nos ayudaremos para empujar los alimentos a la cuchara, y del lado derecho la cuchara con la que comeremos.
Si el primer plato fuera un pescado, colocaremos el tenedor especial (tiene una muesca a los lados y es más ancho que uno de postre) del lado izquierdo, y la pala para separar los trozos y encontrar las espinas, del lado derecho.
Hacia adentro, junto al plato, estarán el tenedor y el cuchillo con el que comeremos el plato principal.
Los cuchillos se colocan del lado derecho, con el filo hacia adentro.
Todos los cubiertos se colocan alineados por su base, perfectamente paralelos y cuidadosamente repasados.
Por encima del plato de sitio se colocan los cubiertos de postre.
El tenedor, que se usa con la mano izquierda, tendrá su mango hacia ese lado, y por sobre éste va la cuchara que, por usarse con la mano derecha, tendrá su mango hacia ese lado.
Las copas
En una mesa bien puesta, todo tiene su lógica: los cubiertos se colocan en el orden en que los usaremos, y las copas desplazadas hacia la derecha porque las bebidas se sirven por el lado derecho.
Las copas no son elementos decorativos que prueban que tenemos una cristalería muy completa; en nuestra mesa perfecta, colocamos las copas que corresponden a las bebidas que vamos a servir.
Si para acompañar el primer plato vamos a servir un vino blanco, colocaremos tres copas: la de agua, la de vino tinto y la de vino blanco.
Si en la comida sólo se va a servir vino tinto, colocamos dos copas: la de agua y la de vino tinto.
Si para acompañar los postres serviremos champagne, colocamos la copa correspondiente. No olvidemos que si la ocasión aconseja hacer un brindis, ese es el momento y ésa es la bebida ideal.
Las copas se colocan de mayor a menor, de izquierda a derecha y formando una leve diagonal.
Para que el sitio quede perfectamente armado, primero coloco la copa para vino tinto alineada con la punta del cuchillo para carnes, a su izquierda (levemente más arriba) la copa de agua (que es la más grande) y a su derecha (levemente más baja), la copa para el vino blanco (que es la más pequeña). Por detrás, compl6tando un triángulo imaginario, la copa de champagne.
Si sólo sirvo vino tinto y champagne, coloco la copa para vino tinto alineada con el cuchillo, a su izquierda la de agua y por detrás (formando el triángulo) la de champagne.
La copa de agua no puede faltar nunca, siempre serviremos agua sin gas.
Extraído de: Recibir en casa y todo el ceremonial social. Gran Aldea Editores
Comenzamos por proteger nuestra mesa con el muletón y luego colocamos el mantel, controlando muy bien que tenga igual caída en todo el perímetro.
En los manteles para mesas rectangulares u ovaladas, las únicas marcas de doblez aceptadas son las que los recorren a lo largo. Si notáramos que hay otras, los repasamos con plancha caliente desenchufada (el muletón evitará que se queme la mesa y facilitará el planchado).
En las mesas redondas no puede haber marcas de doblado.
Este es el momento ideal para colocar el centro de mesa y los candelabros; si lo hiciéramos cuando ya están colocadas las copas, corremos el riesgo de volcar y hasta de romper alguna. Por otra parte, de las flores y hojas que componen el arreglo floral se pueden desprender partículas que ensuciarían nuestra vajilla. Una vez colocado el centro de mesa limpiamos cuidadosamente el mantel.
A continuación, marcamos perfectamente los sitios colocando con toda precisión las sillas, Evitaremos así ciertos desfases muy incómodos que se producen cuando no están los sitios de las mesas y las sillas correctamente alineados.
Cada comensal debe disponer por lo menos de 50 centímetros, aunque lo ideal son 70.
Ya podemos colocar los distintos elementos, según el orden que voy a describir.
Plato de sitio
Este plato, de un tamaño mayor que el de comida que apoyaremos sobre él, se coloca a dos dedos del borde de la mesa.
Puede ser de plata, de metal plateado, de pesado cristal o de porcelana perteneciente al servicio que usaremos.
Podemos cubrirlo con un mantelito de encaje, para aten Liar los ruidos (ILIC se producen cuando se colocan sobre él los platos.
Cumple dos funciones:
a) como su nombre lo indica, marca el sitio de cada comensal;
b) nos ayuda a cumplir con una regla de oro del servicio de mesa, que dice que jamás puede presentarse un mantel desnudo ante la vista del comensal. Según esta regla, al retirar un plato usado, siempre debemos reemplazarlo por uno limpio. Este plato limpio se retira por el lado izquierdo mientras por el lado derecho nos colocan un plato que viene servido de cocina.
Este movimiento de platos requiere contar con personal experto. Cuando no tenemos la suerte o la posibilidad de tenerlo, nos servimos del plato de sitio para que haga las veces de “plato” mientras esperamos que nos sirvan. Este falso “plato limpio”, cumple la función de ocultar la desnudez del mantel.
Plato playo
Se coloca sobre el plato de sitio. Si tiene alguna decoración cuidamos que en todos los sitios el diseño principal ocupe el mismo ángulo, y si tiene un dibujo que quede del derecho.
Servilleta
Se coloca sencillamente doblada, sobre el plato.
Los dobleces “fantasía” no son aceptados en una mesa distinguida.
Tampoco corresponde colocar servilleteros, no es necesario identificar qué servilleta usó cada comensal. Los servilleteros se usan en familia cuando no se lavan las servilletas después de cada comida. Nos permiten volver a colocar a cada uno la que ya usó.
Si al pasar a la mesa encontramos el primer plato servido, la servilleta se coloca del lado izquierdo, junto a los tenedores.
Cubiertos
Existen dos formas de apoyar los cubiertos:
• A la inglesa, con las puntas de los tenedores y las cucharas hacia arriba.
• A la francesa, con las puntas de los tenedores y las cucharas hacia abajo.
¿Qué hizo que los franceses adoptaran esta curiosa costumbre?
Los franceses producían menos plata (el metal) que los ingleses; por esa razón sus juegos de cubiertos contaban con menos piezas y no cambiaban los cubiertos para cada plato. Entre plato y plato colocaban (a la derecha de su sitio) el tenedor con los dientes hacia abajo y apoyaban sobre él el cuchillo, evitando así que se ensuciara el mantel. Esta costumbre hizo que se colocaran las decoraciones y se grabaran los escudos de familia e iniciales del lado más visible durante la espera.
Por esta misma razón crearon y difundieron el uso de posacubiertos que se colocaban a la derecha del plato y servían para apoyar el tenedor con los dientes hacia abajo y el cuchillo con el filo hacia adentro.
En la actualidad, los juegos de cubiertos franceses traen la cantidad de piezas necesarias para cambiar los cubiertos en cada plato. No obstante, se siguen colocando, por tradición, los tenedores y las cucharas (incluso los cubiertos de postre) “a la francesa
No tiene sentido colocar posacubiertos en una mesa en la que se cambian los cubiertos en cada plato.
Si nuestro juego de cubiertos es de origen francés, y su ornamentación está colocada para “posar los cubiertos a la francesa”, es una lástima no lucirlos...
En Argentina adoptamos la forma más difundida internacionalmente y se colocan los cubiertos a la inglesa.
Los cubiertos se colocan de afuera hacia adentro siguiendo el orden en que se servirá el menú; los correspondientes al primer plato quedan primeros, seguidos por los que usaremos para comer el segundo plato.
Los tenedores se colocan del lado izquierdo y los cuchillos y cucharas del derecho.
Si el primer plato fuera servido en copa, del lado izquierdo colocamos el tenedor con el que nos ayudaremos para empujar los alimentos a la cuchara, y del lado derecho la cuchara con la que comeremos.
Si el primer plato fuera un pescado, colocaremos el tenedor especial (tiene una muesca a los lados y es más ancho que uno de postre) del lado izquierdo, y la pala para separar los trozos y encontrar las espinas, del lado derecho.
Hacia adentro, junto al plato, estarán el tenedor y el cuchillo con el que comeremos el plato principal.
Los cuchillos se colocan del lado derecho, con el filo hacia adentro.
Todos los cubiertos se colocan alineados por su base, perfectamente paralelos y cuidadosamente repasados.
Por encima del plato de sitio se colocan los cubiertos de postre.
El tenedor, que se usa con la mano izquierda, tendrá su mango hacia ese lado, y por sobre éste va la cuchara que, por usarse con la mano derecha, tendrá su mango hacia ese lado.
Las copas
En una mesa bien puesta, todo tiene su lógica: los cubiertos se colocan en el orden en que los usaremos, y las copas desplazadas hacia la derecha porque las bebidas se sirven por el lado derecho.
Las copas no son elementos decorativos que prueban que tenemos una cristalería muy completa; en nuestra mesa perfecta, colocamos las copas que corresponden a las bebidas que vamos a servir.
Si para acompañar el primer plato vamos a servir un vino blanco, colocaremos tres copas: la de agua, la de vino tinto y la de vino blanco.
Si en la comida sólo se va a servir vino tinto, colocamos dos copas: la de agua y la de vino tinto.
Si para acompañar los postres serviremos champagne, colocamos la copa correspondiente. No olvidemos que si la ocasión aconseja hacer un brindis, ese es el momento y ésa es la bebida ideal.
Las copas se colocan de mayor a menor, de izquierda a derecha y formando una leve diagonal.
Para que el sitio quede perfectamente armado, primero coloco la copa para vino tinto alineada con la punta del cuchillo para carnes, a su izquierda (levemente más arriba) la copa de agua (que es la más grande) y a su derecha (levemente más baja), la copa para el vino blanco (que es la más pequeña). Por detrás, compl6tando un triángulo imaginario, la copa de champagne.
Si sólo sirvo vino tinto y champagne, coloco la copa para vino tinto alineada con el cuchillo, a su izquierda la de agua y por detrás (formando el triángulo) la de champagne.
La copa de agua no puede faltar nunca, siempre serviremos agua sin gas.
Extraído de: Recibir en casa y todo el ceremonial social. Gran Aldea Editores
EL USO DE LOS CUBIERTOS
Cada vez que escribo una nota, lo primero que pienso es el título y en este caso puede sonar más parecido al de una novela de Agatha Christie que al de una nota sobre modales a la hora de comer. El elemento disparador en este caso, fueron los numerosos códigos que surgen a partir del uso de los cubiertos, algunos indiscutibles y otros velados por el desconocimiento.
Me atrevo a decir que de todos los elementos presentes en la mesa, los cubiertos son los que generan mayor cantidad de dudas y controversia. Dónde colocarlos, cómo manejarlos, que hacer con ellos durante un intervalo o cuando terminamos de comer, son titubeos típicos pero existen reglas muy claros para usarlos con propiedad y naturalidad.
Respecto de la ubicación, los tenedores se colocan a la izquierda del plato, mientras que los cuchillos se ubican a la derecha junto con las cucharas. Esta posición jamás se altera aún cuando prescindamos del cuchillo.
Según la formalidad de la reunión, los cubiertos de postre podrán colocarse sobre la mesa desde el principio, o bien, en ocasiones de extrema formalidad se llevarán en el momento de comer lo dulce. Si su mesa tiene poco espacio, podrá optar perfectamente por esta misma manera.
Los mismos se ubican en la parte superior del plato a la altura de las copas. La cuchara arriba apuntando hacia la izquierda y el tenedor debajo apuntando hacia la derecha, de modo tal que al momento de utilizarlos se tomarán con las manos correspondientes, es decir, cuchara con la derecha y tenedor con la izquierda, sin tener que cruzarlas por encima del plato.
Está prácticamente en desuso el uso del cuchillo de postre, salvo en ocasiones informales, pero si fuera necesario colocarlo en la mesa el orden comenzando desde el borde del plato es cuchillo (con el filo hacia adentro y apuntando hacia la izquierda), tenedor y cuchara.
En cuanto al uso, la regla básica indica que se empieza utilizando los cubiertos que están más alejados del plato hacia los que están más cercanos al mismo.
Para entender mejor la manera de apoyarlos entre bocado y bocado, existe un código denominado código del reloj, que es conocido internacionalmente y que, no sólo lo van a ayudar a ser puntual en este aspecto, sino a que ningún mozo le retire su plato antes de tiempo.
Durante una pausa, los cubiertos se dejan con las puntas del tenedor hacia abajo apenas cruzado sobre el cuchillo; el filo del cuchillo se coloca hacia adentro y tomando como referencia al reloj, se ubican en ángulo posicionándolos como si fueran las cinco menos veinticinco con las tres cuartas partes de la pieza apoyada sobre el plato.
Al terminar la comida, los cubiertos se dejan paralelos entre sí. El tenedor reposa con las puntas hacia arriba, el cuchillo con el filo hacia adentro y visualizando nuevamente al reloj los posicionamos marcando las “cinco menos cinco”.
Uno de los errores más frecuentes entre bocados es apoyarlos tipo “remos”, a los costados del plato, es decir medio cubierto sobre el plato y la otra mitad sobre el mantel.
Los cubiertos sucios jamás vuelven al mantel, deben quedar apoyados en el plato aunque molesten. Esto es muy frecuente cuando pasamos un plato para repetir la comida. Normalmente no sabemos si dejar los cubiertos sobre él o apoyarlos sobre el mantel. Conociendo esta regla, las confusiones quedan resueltas.
¿Y qué pasa con los zurdos? En caso que hubiera una persona que maneje el cuchillo con la mano izquierda, jamás se invierte el orden del servicio para adaptarlo a su comodidad, sino que es el mismo comensal quien deberá hacerlo al empezar a comer.
De más está decir que los cuchillos no se llevan a la boca y que no se sobrecargan con comida en ningún momento. Señalar, apuntar o gesticular con los cubiertos cuando uno habla es de mal gusto y puede dejar sin un ojo a su vecino de mesa, representando así involuntariamente una escena de la mencionada escritora británica, con la diferencia que, no habrían dudas encubiertas de la identidad del culpable como en los relatos de Agatha.
por Rose Gafione
Me atrevo a decir que de todos los elementos presentes en la mesa, los cubiertos son los que generan mayor cantidad de dudas y controversia. Dónde colocarlos, cómo manejarlos, que hacer con ellos durante un intervalo o cuando terminamos de comer, son titubeos típicos pero existen reglas muy claros para usarlos con propiedad y naturalidad.
Respecto de la ubicación, los tenedores se colocan a la izquierda del plato, mientras que los cuchillos se ubican a la derecha junto con las cucharas. Esta posición jamás se altera aún cuando prescindamos del cuchillo.
Según la formalidad de la reunión, los cubiertos de postre podrán colocarse sobre la mesa desde el principio, o bien, en ocasiones de extrema formalidad se llevarán en el momento de comer lo dulce. Si su mesa tiene poco espacio, podrá optar perfectamente por esta misma manera.
Los mismos se ubican en la parte superior del plato a la altura de las copas. La cuchara arriba apuntando hacia la izquierda y el tenedor debajo apuntando hacia la derecha, de modo tal que al momento de utilizarlos se tomarán con las manos correspondientes, es decir, cuchara con la derecha y tenedor con la izquierda, sin tener que cruzarlas por encima del plato.
Está prácticamente en desuso el uso del cuchillo de postre, salvo en ocasiones informales, pero si fuera necesario colocarlo en la mesa el orden comenzando desde el borde del plato es cuchillo (con el filo hacia adentro y apuntando hacia la izquierda), tenedor y cuchara.
En cuanto al uso, la regla básica indica que se empieza utilizando los cubiertos que están más alejados del plato hacia los que están más cercanos al mismo.
Para entender mejor la manera de apoyarlos entre bocado y bocado, existe un código denominado código del reloj, que es conocido internacionalmente y que, no sólo lo van a ayudar a ser puntual en este aspecto, sino a que ningún mozo le retire su plato antes de tiempo.
Durante una pausa, los cubiertos se dejan con las puntas del tenedor hacia abajo apenas cruzado sobre el cuchillo; el filo del cuchillo se coloca hacia adentro y tomando como referencia al reloj, se ubican en ángulo posicionándolos como si fueran las cinco menos veinticinco con las tres cuartas partes de la pieza apoyada sobre el plato.
Al terminar la comida, los cubiertos se dejan paralelos entre sí. El tenedor reposa con las puntas hacia arriba, el cuchillo con el filo hacia adentro y visualizando nuevamente al reloj los posicionamos marcando las “cinco menos cinco”.
Uno de los errores más frecuentes entre bocados es apoyarlos tipo “remos”, a los costados del plato, es decir medio cubierto sobre el plato y la otra mitad sobre el mantel.
Los cubiertos sucios jamás vuelven al mantel, deben quedar apoyados en el plato aunque molesten. Esto es muy frecuente cuando pasamos un plato para repetir la comida. Normalmente no sabemos si dejar los cubiertos sobre él o apoyarlos sobre el mantel. Conociendo esta regla, las confusiones quedan resueltas.
¿Y qué pasa con los zurdos? En caso que hubiera una persona que maneje el cuchillo con la mano izquierda, jamás se invierte el orden del servicio para adaptarlo a su comodidad, sino que es el mismo comensal quien deberá hacerlo al empezar a comer.
De más está decir que los cuchillos no se llevan a la boca y que no se sobrecargan con comida en ningún momento. Señalar, apuntar o gesticular con los cubiertos cuando uno habla es de mal gusto y puede dejar sin un ojo a su vecino de mesa, representando así involuntariamente una escena de la mencionada escritora británica, con la diferencia que, no habrían dudas encubiertas de la identidad del culpable como en los relatos de Agatha.
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