martes, 30 de marzo de 2010

LLEGARON LAS PASCUAS

Tradiciones pascuales

Seguimos en la época de cuaresma, días de ayuno y de restricciones, en éstas que son las fechas cercanas a las Pascuas Católicas, judías, Griegas y Rusas. Semanas más, semanas menos, todas se aproximan en el calendario. Pascuas trae consigo una serie de ritos y costumbres, muchas de las cuales se perdieron en la memoria de sus creyentes y otras que siguen arraigadas al corazón de sus feligreses. En este caso, voy a hacer referencia a aquellas que tienen que ver con las tradiciones o prohibiciones gastronómicas.

Durante la cuaresma hay siete viernes en los que no se puede probar carnes rojas y si bien hay quienes ya no prestan atención a este ritual, hay otros que siguen el mandato durante los cuarenta días. Aquí surge el primer conflicto en lo que hace a las abstinencias y aversiones del ser anfitrión y el ser invitado. El buen anfitrión debe contemplar estas fechas y no ofrecer vaca, sobre todo habiendo tantas otras alternativas para incluir dentro de un menú. Este año además, no debería ser una complicación ya que los precios no invitan a ofrecerla como opción.

Ahora bien, si al anfitrión se le pasaron los viernes de cuaresma por alto y organiza un asado, el invitado podrá tomar dos caminos: aflojar sus ataduras religiosas y comer, o podrá inclinarse con disimulo por las guarniciones.. No probar bocado significa descalificar y dejar en evidencia al anfitrión quien omitió, por olvido o por descuido la fecha religiosa en el calendario.

Si su posición es muy ortodoxa conviene sugerirle al dueño de casa con anticipación que usted no come carne. Siempre que el invitado presente algún tipo de aversión o restricción, que puede ser médica o religiosa, deberá develarla en el momento en que es convocado para que el anfitrión sepa cómo proceder con anticipación.

La abstinencia finaliza el domingo de Pascuas, con el clásico cordero Pascual, que antiguamente era escogido por cada familia y debía ser un macho cabrio, sano y de un año de edad.

De todas las costumbres, la más popular es la de los huevos de Pascua. Durante mucho tiempo, la cuaresma no solo prohibía comer carne sino también huevos, y no precisamente los de chocolate .Esta prohibición se efectivizó mediante el concilio de Aquisgrán en el año 836. Lo que no pudo lograr este concilio fue que las gallinas siguieran empollando. Para conservarlos se los guardaba dentro de barriles con grasa y se ofrecían como regalo el domingo de Pascuas, ritual me atrevo a decir casi necesario para agotar la sobreproducción de huevos que se acumulaba. Durante el Imperio Napolénico las cáscaras, empezaron a decorarse y sus interiores a rellenarse con cremas y dulces hasta que el chocolate los consagró como manjar y tradición de Pascuas por excelencia.

Aún en la actualidad el emblemático huevo de Pascuas, se hace rogar hasta el domingo, fecha en el cual se inmola al romperse para permitir el nacimiento a la vida, que celebra la resurrección de Cristo tras su sacrificio en la cruz.

Cuando invitamos a comer, el menú y la decoración de la mesa son halagadores para el invitado si están hechos con amor y dedicación. No necesitamos ostentar para deslumbrar, simplemente ofrecer lo que podemos y lo que está a nuestro alcance.

Recibir en casa es una muestra de entrega y de generosidad. Cuando sentamos invitados alrededor de nuestra mesa, estamos ofreciendo mucho más que comida y bebida.

Las Pascuas son un gran festejo, pero para los cristianos es la festividad religiosa por la que vale la pena entregar el corazón para seguir con el ejemplo.


por Rose Galfione

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