martes, 9 de marzo de 2010

8 DE MARZO - DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Quién lava los platos hoy


“¡Mujeres...a la cocina!” se podría decir que es una frase que en nuestra sociedad cada vez pierde más peso con el correr de los años. ¿A cuántas por una mala maniobra al volante las han mandado a lavar los platos? La historia ha sabido demostrar que la inteligencia y capacidad de una mujer excede a la esponja y al detergente. Inclusive en algunos casos, los roles se han invertido y es ella quien sale a trabajar y él quien se queda fregando.

No se discute que las mujeres plantaron bandera en el campo laboral y de allí no se moverán tan fácilmente, aunque en lo social siguen habiendo diferencias. Sin ir más lejos, cuando uno sale a comer, la carta en la que figuran los precios de los platos se le entrega al hombre, así como la de vinos y ni hablar de la cuenta. También observo que actualmente el mozo muchas veces se muestra dubitativo acerca de quién se hará cargo de “la dolorosa”, ya no es algo que se da por hecho como hace algunos años atrás. Lo importante en estos casos es pactar de entrada para no andar a los tirones después.

Pero cuando nos interiorizamos en las costumbres de otras sociedades, se nos transforma la expresión al ver que, la diferencia de géneros es llamativa y humillante. Es aquí cuando reflexionamos que, discutir por la cuenta es un lujo absurdo, en comparación con lo que deben padecer otras mujeres y no sólo a la hora de comer, pero me limito a escribir sobre este punto porque es el tema que más me interesa por mi profesión.

Al sudeste de Ghana, en el pueblo de los Ewe, la madre de familia es la que cocina y prepara abundante comida para su marido y éste al saciarse, deja lo restante para ella y para sus hijos por orden de edad. De ahí que normalmente, los más pequeños sean los más desnutridos.

En Assam, India, donde las castas inferiores aceptan los platos sobrantes de las castas superiores (nunca al revez) una mujer, come del mismo plato que su marido, normalmente de lo que él ha dejado, compartiendo de esta manera la más absoluta intimidad y dejando en claro que ella es inferior a él.

Pero los tiempos van cambiando y de esto nos damos cuenta cuando comparamos la vida actual con la de Japón del siglo XIX; las damas eran ocasionalmente invitadas a las comidas y si lo hacían, se tenían que sentar aparte y en un rincón de la sala. En la campiña francesa, las mujeres servían a los hombres en la mesa, pero ellas comían paradas o a lo sumo sentadas en banquetas al lado del fuego con el plato sobre sus piernas.

Algunas culturas son incomprensibles, otras han evolucionado. Algunas han buscado sus derechos a fuerza de sangre y de dolor, otras viven en el desconocimiento y culturalmente no existe otra forma de vida más que esa.

Para las que no han lavado un plato en su vida, para las que lo tienen que hacer todos los días, para las que lo hacen con orgullo o las que pierden un anillo por hacerlo; mujeres de distintos rincones del planeta, apasionadas, rebeldes, creativas, curiosas o sumisas. Las mujeres tienen mucho que contar, mucho que hacer y mucho que entregar. Desde las amas de casa hasta las profesionales, las hay destacadas y discretas también, pero la lucha por abrir caminos de justicia e igualdad, obligó a muchas de ellas a tener que dejar los platos de lado.

por Rose Galfione

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