Aunque los pueblos suelen recordar sus comienzos remotos como una época bella, los judíos colocan en el punto de partida de su evolución un hecho amargo: la esclavitud que sufrieron en Egipto.
Con el Pesáj celebran su redención de la mano de Moisés, y su unión y constitución como pueblo.
La festividad dura 8 días y en ella los familiares más ancianos de la familia hacen un repaso de toda la historia del Antiguo Testamento (Tanaj), y con juegos y canciones tradicionales van enseñando a los más jóvenes la tradición hebrea.
En la primera noche hacen una comida especial que refiere a su historia e incluye cordero asado, pan ázimo, hierbas amargas y vino. Las hierbas amargas están presentes en la mesa para evocar la amargura de la esclavitud y la dureza de su paso a la libertad cruzando el desierto hasta llegar a la tierra prometida.
Con el cordero y el pan ázimo -que representa la pobreza que padecieron durante los años de esclavitud-recuerdan el alimento que comieron antes de salir de Egipto por mandato de Dios.
El vino en cambio tiene un significado de acción de gracias, pues representa la prosperidad que consiguieron al establecerse en la tierra que Dios les tenía reservada.
En suma, es una festividad familiar que desde la memoria colectiva proyecta la construcción del porvenir para el pueblo de Israel con mensajes de diálogo, libertad, plenitud, amor y esperanza como íconos.Una celebración que tiene como claves los conceptos de liberación y libertad.
La "liberación es el primer paso" y "significa quitarse de encima la mano opresora. El segundo paso "se llama libertad" y es aquello que decidimos hacer después de lograda la liberación", explica un artículo alusivo en la página de la AMIA.
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