La escritora norteamericana Joyce Cheney rescata dichos populares alrededor de la prenda doméstica:
“Una mujer que quema su delantal está muy próxima a casarse”, o “Para conquistar a un hombre, hacerle secar las manos en tu delantal de cocina”. Como coleccionista de delantales, en 1997 Cheney ideó la muestra de delantales Apron Strings: Ties to the Past, que se exhibió en quince ciudades de Estados Unidos.
Veneración de lo doméstico
El delantal de cocina devino en el nuevo grito de la moda. Lejos de estar escondido en cajoneras de aparadores de amas de casa de antaño, hoy pasó a exhibirse en los escaparates de tiendas de moda con anclaje en el interiorismo, ostentando tanto estampas de cuadros vichy, lunares, la elegancia del Liberty, variaciones sobre el animal prin y citas a la iconografía del diseño escandinavo.
De los modelos Royal o Fan que la firma Picnic ideó para cocineros chic -con molderías ajustables aptas para guardar el repasador y una carta de prints que admite iconografía de Honolulu, Shanghai, Petit Bateau y Finland-, a los florales rara avis de Violraviol, los desarrollos con experimentos textiles que caracterizan a Muchatela, y Baking Cakes, que desde la web exhibe una galería de modelos, con el valor agregado de que las usuarias y consumidoras son invitadas a posar ataviadas con el delantalcito escogido de su vasto catálogo.
Este actual furor por el delantal de cocina
Termina con una modalidad de 1980. Por entonces las mujeres de la clase alta porteña solían traer de sus vacaciones en Río de Janeiro los delantales coloridos ya bordados con gestos de tropicalia, en verde esmeralda o amarillo, o combinaciones multicolores que compraban en la mercería Santa Clara, situad en el barrio de Copacabana. ¿El argumento?El uso del color en los delantales de cocina estaba mal visto y por eso no se conseguían en las tiendas de Buenos Aires de entonces.
Delantales con historia
Primero la etimología: la expresión inglesa apron con la cual se designa a los delantales de cocina deriva de la francesa naperon, que alude a un pequeño mantel, casi una servilleta.
Símbolo de los oficios y del trabajo, en sus comienzos lo usaron los hombres -documentos de 1200 lo muestran cubriendo y protegiendo cuerpos de artesanos y cocineros-, mientras que en la silueta femenina irrumpieron un siglo más tarde.
Más tarde hubo referencias literarias al delantal tanto en Mujercitas, de Louise May Alcott (allí, en su hipótetico testamento, Amy manifiesta legar a su mejor amiga, Kitty Ryant, su adorado delantal con bolsillos azules), como en David Copperfield, de Charles Dickens: “En la tienda había una linda mujer bailando con un niño pequeño en sus brazos y otro colgado de su delantal”. Y en el cine, el delantal más sublime lo lució Judy Garland, en su rol de Dorothy en El Mago de Oz: el delantalcito en vichy -cuadros azulados y blancos- devino icono de la moda tanto como los Ruby Slipper con los cuales ella sentenciaba en la trama “There is no place like home”. Mientras que el tratado de 1800 The Complete Servant advirtió a las mujeres “cambiarse el delantal con cierta frecuencia entre una y otra labor”, en su libro celebratorio de la historia de los delantales de cocina
Aprons, a celebration (cuya versión en miniatura admite un palo de
amasar lúdico), la escritora norteamericana Joyce Cheney rescata dichos
populares alrededor de la prenda doméstica:
Versión siglo XXI
De vuelta a la escena local, vale recordar a la legendaria casa de ropa para uniformes domésticos “Leonor”, fundada en 1930 por la familia López Poy, que a fines de 1990 quebró la monocromía de sus uniformes de gala en poplín negro con delantales estampados a cuadros y lunares -esos que lucen las camareras de los almuerzos de Mirtha Legrand y que la diva camp Isabel Sarli usó en Intimidades de una cualquiera- por estampas de margaritas, rosas y motivos búlgaros inspirados en el imaginario de las cafeterías de los pueblos de la costa oeste de Estados Unidos.
A un rescate contemporáneo de este fetiche doméstico lo ilustra “el delantal hawaiano para una mujer que conquista”, ideado por la diseñadora textil Constanza Martínez, creadora de “Muchatela”, que argumenta sobre sus disparadores: “El delantal hawaiano evoca la temática de los años 50, pero desde un lugar irónico, humorístico y lúdico. En lugar de cumplir con el estereotipo de ama de casa, a esta mujer sensual le gusta bailar y su propósito es la conquista. Si bien la mujer ya no usa el delantal como una segunda prenda para estar en casa, como sucedía en aquella época, el objetivo es que pueda ser utilizado